27 de septiembre de 2010

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Un amigo me comentaba en cierta ocasión que recordaba cada una de las ciudades que había visitado por un determinado color.

No lo había pensado nunca, pero tras reflexionar sobre su apreciación me atrevo a apurarla un poco más. Creo que las ciudades las recordamos por un color y unos sonidos, pero sobre todo por las vivencias que en ella hayamos tenido. Estas vivencias dependen de múltiples factores como son la compañía, las personas con las que nos relacionemos, el clima - no puedo entender que haya personas que visiten ciudades en pleno verano a las 4 de la tarde con 42 ºC a la sombra, eso debería estar prohibido, no se pueda esperar nada bueno de esa visita - o la actitud con que visitemos la ciudad.

Recuerdo a Innsbruck como una ciudad amable, asequible y silenciosa pero no sabría por que color recordarla, quizás el verde que lo rodea todo, o el terrizo de sus fachadas y calles.

Ahora de vuelta en casa, intentando recordar las sensaciones que tuve en esa ciudad me sorprende una curiosa, es una sensación de apego, de llamada, de querer volver. Ahora se que tengo que volver, se en qué época del año tengo que hacerlo y se el color que recordaré. Ya tengo sonidos y sensaciones, me falta un color. La próxima visita completará mi imagen de la ciudad, recordaré Innsbruck por el color blanco.

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